A más de tres mil metros de altura, Cuzco se ha convertido en una ciudad multicultural, en la que puedes pasarte el día hablando en inglés, quechua, francés, italiano, portugués, alemán, japonés y castellano, y hasta donde los niños han aprendido a dar sus saludos en diversos idiomas, para no dejar de lado a ninguno de los innumerables turistas que llegan cada día.
A pesar de que Machu Picchu, su ícono más representativo, es el epicentro de la atracción de turistas de todo el mundo, cuando alguien llega a Cuzco no puede dejar de lado todo lo que esta privilegiada ciudad ofrece. Se puede dar la vuelta al mundo con tan solo recorrer los alrededores de la Plaza de Armas, almorzando en algún restaurante peruano la tradicional Trucha a la Vasca, comiendo quesadillas mexicanas por la noche, o danzando música árabe, luego de tomar algo en algún bar inglés.
Cuzco es una ciudad de paso, toda la gente acaba de llegar o ya se está yendo, sin embargo, también hay muchos que han decidido quedarse hipnotizados por la mística que envuelve a todo el lugar, por el misterio que hay sobre tantas cosas, como la inexplicable construcción de Machu Picchu, o la forma exacta de encajar de la piedra de los doce ángulos. Aquellos viajeros solitarios se quedaron atrapados y felices en el regocijante hechizo de la ciudad.
Sus calles largas y angostas rodeadas por muros de piedra que construyeron los incas, inmersas en ellas centenares de tiendas y pequeños lugares en los que puedes encontrar desde pinturas, cerámicas, hasta un brujo que parece remontarse al tiempo en el que aún vivía el hijo del sol, y te lee la suerte en hojas de coca., que te dicen si tu destino es volver a tu lugar de origen o quedarte esperando a que el amor toque tu puerta.
Las calles de Cuzco albergan tantas historias de personas que se conocieron, se enamoraron y decidieron compartir sus vidas, dejando de lado lo que al comienzo fue tan solo un romance fugaz. La magia contagiante del lugar, es el lugar ideal para todos aquellos que quieren alejarse de la soledad de las grandes ciudades y empezar una nueva vida viendo al despertar los senderos del sol, sorprendiéndose por la inmensa variedad de colores en cada amanecer y atardecer, y es que así es la vida en el campo.
Cuzco deja una huella imborrable en todos los que lo han visitado, algunos talvez regresarán en diferentes ocasiones con distintas personas, otros recordarán su única experiencia en esta ciudad como un recuerdo inolvidable, pero la huella no queda únicamente en ellos. Cada persona que llega a Cuzco, deja grabado algo suyo en algún rincón del lugar.
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